
Ilyon, nuestro abuelete
Ilyon aprendía rápido, era observador e inteligente y siempre supo lo que se esperaba de él; otra cosa es que quisiera hacerlo.
Pero lo cierto es que el adiestramiento mejoró la situación, aunque también aprendimos que un gato, un perro o cualquier cosa que se moviera era una provocación difícil de vencer para Ilyon.
Con el paso de las semanas fue asimilando lo aprendido y la convivencia comenzaba a ser más fácil, sin olvidarnos en ningún momento que era un pastor alemán joven y vital.
Poco a poco también fue superando sus miedos. Parece ser que los pastores alemanes hasta que se hacen adultos son un tanto miedosos, desde luego el nuestro lo era a algunas cosas, una de ellas a bajar escalones, los miraba curioso y retrocedía sin dar un paso, pero eso lo superó pronto, lo que le costó bastante mas es perder el miedo a una puerta giratoria por la que cruzaba para ir a casa.
La experiencia de la puerta rozándole o empujándole el trasero aunque fuera suavemente no le gustaba nada; a partir de lograrlo, entra, pero no os imagináis la prisa que se da para salir, si por el fuera saltaría entre los barrotes.
Así han ido pasando los meses y los años, y ahora como sabéis es todo un veterano, eso sí, un veterano de la buena vida, le hemos dado y le estamos dando todo nuestro cariño y nuestros cuidados, y ahora que las limitaciones de la edad le van dejando sus huellas, seguimos aquí, sin escatimar nada que necesite, nuestro abuelete se lo merece todo.
1 comentario
Trackback URL | Comentarios Feed RSS
Sitos que enlazan con este artículo