
Duerme mi pequeña…aún queda tiempo
Pequeñita, sonrosada y tierna es una flor recién nacida, para su madre sorprendida aún, la más bella.
En su mirada no cabe más amor, las alas de algodón que son sus brazos la acurrucan con suavidad, y sus labios sigilosos como el aleteo de una mariposa, rozan su frente de manera tan suave y sutil que solamente un ángel podría hacerlo.
Mirando su carita y la paz de su dormir no podía olvidar que estaba en su poder intentar hacer de ella una mujer grande, de la que un día se sintiera orgullosa.
Y sin apenas darse cuenta pudo escuchar su voz:
Mi pequeña y preciosa niña, tengo en mis manos el milagro de tu vida, ser la fuente de tus derechos, y la responsable de ese día que sin excusas ni justificaciones seas una persona íntegra, libre, dueña de tu cuerpo, de tus pensamientos y de tu alma.
¡Yo que te quiero tanto! Me siento la encargada de coger tu mano para que pasees a mi lado segura y confiada, mientras te enseño aquellas cosas que yo aprendí, los caminos que atravesé y los mucho atajos, donde a menudo me equivoqué.
Así, llegado el momento sabrás lo suficiente para soltar mi mano y volar alto y libre, como tiene que ser, como siempre soñé que sería. Nada de esto evitará que te equivoques, ni es un seguro para la felicidad, pero es el camino.
Duerme mi pequeña, porque para que ese momento llegue aún han de pasar muchos días, he de darte montones de besos, y sobre todo, he de demostrarte de mil maneras diferentes cuánto te quiero.
Precioso. Una declaración de amor en toda regla. Me ha encantado. Un besillo.
Muchas gracias por leerme.