
El olvido
Hoy ha decidido invocar al olvido, y si fuera necesario mendigar su presencia, porque se siente demasiado cansado de intentar cada día borrar su voz sin conseguirlo, y su imagen sin lograrlo.
A menudo, se aferra con fuerza a sonrisas diarias que le alivien las heridas, y a bálsamos milagrosos que le curen el mal, pero cuando cree que el olvido hizo su trabajo, vuelve el recuerdo, y el olvido se va.
Quisiera que su mente arrumbara al rincón más lejano su nombre y su rostro, ese que altera sus horas convirtiéndolas en eternas sombras, que la noche no se atreve a disipar.
Clama al sol cada mañana, para que el rocío arrastre los recuerdos y el olvido se talle en su piel; y de esa forma, al atardecer, cuando la fina línea cruce el cielo y tape al sol, quizá entonces, el olvido se instale en su alma…quizá, entonces pueda ser libre.
Porque olvidar a veces es un regalo, otras una quimera y a menudo, un deseo que no se cumple.
El olvido puede ser muy buscado. Pero a veces solo el tiempo cura lo que el olvido no deja.
Genial.
Un besillo.
Muchísimas gracias.