
Papá
Papá, ya sé que en tu diario el vivir tiene un lugar demasiado pequeño, porque solo el cansancio y las pocas ganas mueven tu silla y revuelven tu cama.
Inercia forzada, inercia que con grandes empujones te llevan a dar unos paso. La voz de ella, a veces dulce y en ocasiones exasperada te mantiene aquí, porque estás cansado de la lucha, de esa que los años, la vida o Dios, no lo sé…te impusieron, arrebatándote cada día un poco más de tu dignidad.
Agotado es la palabra, incapaz de reaccionar, tus piernas se volvieron tan pesadas como losas que tuvieras que arrastrar. ¡Y no puedes más!
Tu mirada, a menudo lejana nos deja muy de tarde en tarde una leve sonrisa, luego, de nuevo te evades y te aíslas, la verdad, nunca te pregunté dónde, digo yo que tu mente volará muy alto para entretenerse en algún rincón de tu pasado, ese que a menudo rozan tus recuerdos. Luego, imagino que tus alas cansadas se posarán en el presente, en este triste presente que el destino te tenía reservado, para después, replegado en ti mismo poder huir del futuro con todas tus fuerzas.
Ya sé que te has cansado de luchar contra las limitaciones, esas que golpean tu cuerpo gota a gota, horadando tu alma y tu mente, dejándote extenuado por tantos días de intentar y no poder; hecho polvo de llevar a rastras tu lastre particular, esa bolsa amiga y enemiga a la vez, la cual se te ha hecho inseparable.
¡ Sí, si ya lo sé, lo sabemos todos papá! Hay veces que estás desesperado por tantas molestias constantes, por tantos amaneceres sin esperanza y por esa carga pesada en la que se ha convertido tu vida, una carga que solo tú estás autorizado a llevar, por más que todos queramos ayudarte.
Aunque estoy convencida papá, que si pudieras encontrar una pizca de ganas o un ápice de ilusión esa carga te resultaría más liviana, pero también eso es algo que solo tú puedes intentar.
Mi querida Pilar: qué dura lección para toda una familia el asistir a tan dolorosa partida de un ser amado como lo es papá. Por esta experiencia pasamos casi todos los mortales y eres afortunada de poder exorcizar al dolor con las palabras. El más fuerte de mis abrazos para ti y para papá.
Muchas gracias, la verdad es que lleva muchos años dando pasitos atrás, pero aún sigue por aquí, de lo que a veces nos alegramos y otras lo sentimos por él. Gracias.
Así nos llega la vejez a todos los hombres, y luego la muerte. En lugar de llorarlo sin más, pensemos qué podemos hacer para que nuestra vida no sea vanidad.
Gracias, un besito.