
La novia más bonita
La novia, radiante y hermosa apareció entre alas de tul, blancas y ligeras; la tarde para recibirla se vistió con sus mejores galas, regalándole el cielo su azul más intenso, un cielo generoso que quiso cambiar sus lágrimas de días anteriores por la mayor de sus sonrisas.
Tampoco la brisa, ese ligero airecillo que todos conocemos, quiso perderse la entrada majestuosa de la novia, una paloma blanca apoyada en el mejor de los brazos y en el mejor de los padres, quien la acercó a todos los que sorprendidos la vimos llegar, elegante y espléndida, como lo que ella es, una reina.
Algunas lágrimas de emoción se abrieron paso y rodaron atrevidas por las mejillas de muchos, lágrimas de alegría y felicidad que junto al sonido del mar y a su sabor a sal tejieron horas de luz y armonía, en las que mi reina, la novia más bonita, nos obsequiaba con sonrisas y besos a raudales.
Mi amor, yo no estuve en el grupo de los valientes esta tarde, pero hoy escondida tras el ordenador no me importa decirle al mundo que el día que te conocí, desde ese primer segundo en el que te escuché respirar, convertiste mi vida en algo, diferente y mejor.
A mis pocos años tuve que aprender muchas cosas, ya que tu fuiste una niña intensa, una adolescente interactiva y una joven alegre y vital, y eso a unos padres siempre les da algún que otro quebradero de cabeza.
Es verdad que no en todo momento fue fácil porque el miedo a equivocarme me acompañaba a menudo, pero detrás de ese temor, tras las pocas prohibiciones, algunas riñas y muchas y largas conversaciones, siempre estuvo mi amor, y también el tuyo, de ahí que hoy estemos aquí, que yo sea una madre orgullosa y feliz y tú, la novia más bonita.
Hemos compartido miles de momentos, unos buenos y otros malos, reímos juntas y también llorado, pero todos fueron instantes de nuestras vidas que tuvimos la suerte, que yo tuve la suerte, de compartir contigo.
Te quiero.
Qué bella novia para una hermosa mamá.
Gracias, muchas gracias.