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Derramar palabras

Derramar palabras

Por el 3 de abril de 2016 en Apuntes con No comentarios

Derramar palabras manchando el papel, diciendo con ellas lo que fue y no es, la voz dibujada, el corazón a trocitos, sentimientos reencontrados una vez que los has escrito. Rellenar sutilmente con letras que bailan, entre frases perdidas y otras encontradas.

Derramar palabras manchando el papel, recortando momentos que la memoria guarda, contando instantes, enjugando lágrimas, y hacerlo con fuerza, gritando con ganas, cerrando mil puertas o acercando distancias.

El escritor despierta sueños relegados en algún rincón del alma, cierra bocas y atiborra páginas de deseos dormidos y  sonrisas apagadas. Pinta ideas sin pinceles, las colorea sin color, nos arranca suspiros entrecortándonos la voz, solamente escribiendo nos empuja y nos arrastra, transmitiéndonos, enamorándonos o arrancándonos mil lágrimas.

Puede ser charlatán, locuaz y conversador, satírico, mordaz o tierno, no importa como sienta, si no aquello que nos hace sentir, porque sus palabras son casi  siempre mágicas como las palomas que vuelan surcando el cielo, un pañuelo de seda que ligero es mecido por la brisa o esa chistera que guarda bajo su forro un sin fin de sueños y anhelos perdidos.

Él nos embauca frase a frase y renglón a renglón, de forma que a fuerza de leer nos vamos quedando prendidos de sus palabras, esas que a menudo son la reverberación de lo que sentimos, la sonrisa de nuestra alma o el desasosiego del corazón, que a veces encharcado de tantas cosas que decir y no saber contarlas, vamos y las leemos.

 

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