
Cádiz
Cádiz, una ciudad repleta de sal, luz y sol, donde disfrutar y cargarte de vitalidad es muy fácil.
Para aquellos que la conocen hablarles de sus calles, plazas y rincones entrañables y típicos no será nada nuevo, pero con esos otros que nunca la visitaron, si quisiera compartir una luminosa mañana de otoño, esa, que bien podría haber sido un día brillante de primavera.

El Parque Genovés, un lugar que invita a pasear
Paseamos por el Parque Genovés, un gran pasillo formado por altos cipreses de California, todos ellos podados al estilo inglés, un corte que le da a sus copas esa forma redondeada que los hace tan peculiares, y que junto a otras muchas especies de árboles milenarios, plantas y florecillas de colores, hacen de estos jardines un regalo para la vista.

El agua una gran aliada de este jardín
Todo esto, sin olvidar los bellos rincones en los que sentados en un banco cerca de alguna de sus esculturas, podemos disfrutar de la música que nos regala el agua de la cascada al caer, mezclada con los variados tonos de azules, esos que nos obsequian el mar y el cielo; siendo ellos, los que ponen la guinda a este pastel.

Un bello rincón
Deambular por esta zona de Cádiz y hacerlo despacito y recreándote sin prisas, es algo mágico.
Siempre al lado del mar, continuamos paseando hasta llegar a la Caleta, esa playa recogida y coqueta repleta de barquillas mecidas por las suaves olas que llegan incesante para morir a esta playa, en la que los gaditanos se sienten los reyes del mundo.

El Balneario de la Palma, en la Playa de la Caleta

El mar de Cádiz brilla con luz propia
Sobre ella y abrazándola como una gaviota entre sus alas blancas se encuentra el Balneario de la Palma, la gaviota más gaditana, esa que ha logrado a pesar de ser herida muchas veces mantenerse como el símbolo de una ciudad que lucha a diario para no ahogarse en el gran oleaje del paro y de la crisis.
Así llegamos al largo paseo que nos separaba del Castillo de San Sebastián. El agua inquieta chocaba traviesa contra las rocas situadas a uno y otro lado del camino, esas moles de piedra que se me antojaban los testigos mudos de tanta historia…Al llegar al recinto, la verdad que hay poco que ver, si no fuera porque al girarnos nos encontramos con una postal maravillosa de Cádiz.

Cádiz al fondo
Ella vigila y el mar la protege, esperemos que sea siempre así, porque desde allí tengo que decir que todo es mar, algo que produce una cierta inquietud.
Deseo que mis fotos os puedan ayudar a haceros una idea de esta ciudad, que su único castigo es estar lejos de todos los sitios.
No es un cruce de caminos ni un paso necesario para ir a otro lugar, y ese detalle complica muchas cosas y puede provocar otras, como es el olvido.
Me ha gustado mucho tu reportaje de Cadíz. Un abrazo
Me alegro un motón, muchas gracias y un besazo.
Qué buen recorrido has hecho, Pilar. Cádiz es mi rincón favorito para escaparme en vacaciones.
Las fotos son espectaculares.
Un besote
Me encanta que te guste, y mil gracias por pasar por aquí. Un besazo.