Los malos tratos

Los malos tratos.

Se pueden crear leyes nuevas, endurecer las que ya existen, firmar órdenes de alejamiento, encerrar al maltratador, e incluso esconderla a ella en un lugar remoto. Podemos intentar, mil formas diferentes para procurar que una mujer no sea golpeada o asesinada, pero todo ello, resultará ineficaz para protegerla en una inmensa mayoría de casos.

Los malos tratos, a diario nos dicen que la mente vengativa de un hombre frustrado y con el amor propio herido no tiene límites, convirtiéndose en un feroz acosador de alguien a quien considera suyo, y por desgracia, detenerlo se hace muy difícil, ya que el odio lo llena todo, de forma que hasta su propia vida deja de tener sentido, no dudando en quitársela en demasiadas ocasiones.

Ante este panorama, se puede luchar, pero poner puertas al campo fue siempre un imposible, y las alambradas no son un obstáculos para aquellos que están decididos a saltarlas, como ocurre demasiadas veces con el maltratador.

Cada día, las noticias nos cuentan, como la violencia y la inquina son capaces de hacer crecer raíces profundas de odio en el corazón de un hombre, que creció creyendo ser el dueño y señor de una mujer.

¡Quizá, nunca nadie le dijo lo contrario!

Todo esto nos lleva al lugar de siempre, a la familia, allí donde ha de enseñarse el respeto y los valores; ese espacio, en el que  los hermanos han de ser tratados por igual, sin distinciones ni prejuicios.

Porque la educación ha de estar basada en la igualdad, sin que ser niño o niña marque diferencia alguna.

Solo así, al llegar a ser adulto los hombres no se creerán dueños de nadie, y las mujeres no dudarán del derecho que tienen a ser personas libres, en el amplio sentido de la palabra.