
La palabra es un don
La palabra es un don exclusivo de hombres y mujeres, poco podemos hacer sin ella.
¡Son tantas y tan útiles!
Unas se parecen en su pronunciación, otras en su escritura, a veces distintas totalmente pero con significados parecidos, y otras muy diferentes entre sí, pero todas, sin excepción son útiles y necesarias para poder comunicarnos los unos con los otros.
Hay una palabra para todo aquello que queremos expresar, para cada instante que vivimos y para cada persona a la que conocemos. Con ellas manifestamos nuestros sentimientos, opiniones y protestas, pudiéndonos hacer libres o encadenarnos, con las que podemos decir verdades como templos o mentiras como catedrales.
Las hay poderosas, resbaladizas, con sonido a música, o grotescas y soeces, útiles, innecesarias, sinceras y falsas.
Pueden hacernos fuertes, e incluso dejarnos en evidencia, cientos, miles de palabras decididas a servirnos.
Porque la palabra es ese don del hombre que no tiene ningún otro ser encima de la Tierra, un don poderoso, que lo hace único, aunque no siempre se le da un buen uso ni se le saca el máximo partido; cada vez que esto sucede estamos más cerca de parecernos a los animales.
Es la palabra lo que nos distingue de ellos, ella es la herramienta que nos hace un poco mejores siempre que la utilicemos y lo hagamos bien, porque de no ser así, siempre nos podría bastar con un gruñido.