
La juventud
Soy la juventud, la más deseada, por mi suspiran los mayores, y en cambio, poco me valoran los jóvenes; quizá no son conscientes de lo efímera que soy.
Reboso vitalidad, fuerzas, ganas y proyectos, hormonas revueltas y deseos insatisfechos; ímpetu, temeridad, pasión y ensueño; apenas tengo oídos ni ganas de escuchar, casi no pienso…
Vivo a empujones por las olas que alborotadas mecen mis días, respiro a diario todo el aire que a borbotones entra por mi garganta, y existo porque para eso nací.
No pregunto ni espero respuestas, lloro y río sin apenas saber el por qué, brinco temprano cuando el amanecer abre su ventana y duermo tarde, aunque el sol me mande a acostar.
Agolpo tu sangre haciéndola brotar, permitiéndole correr en busca de tu corazón, dejándola regar tu piel, tu tejido terso y tus poros abiertos por la necesidad.
Sí, yo provoco necesidad en ti, avivando tus anhelos y desordenando tus deseos; porque soy atrevida y atrevida te quiero, soy temeraria y sin miedos quiero verte; porque ya habrá otro tiempo en el que te falte mi fuerza, y eches de menos mis ansias y mi empeño.
A partir de ahí siempre suspiraras por mí, por lo que te enseñé, por todo lo que aprendiste a mi lado y por lo que te hice soñar; ya, que desde el instante en que me marche, las cosas que aprendas serán otras y los sueños nada tendrán que ver.
Tú comenzarás a ser una persona distinta, te harás adulta y empezarás a añorarme por siempre, porque no volveré, la juventud nunca regresa.