
La grandeza de ser madre
El mejor de mis amaneceres es el vuestro, lo mejor de mi vida sois vosotros, y vuestra felicidad es la mía… Así son las cosas, y no las elegí yo, son sentimientos que nacieron en mí, a la par que nacíais vosotros.
Porque no es mérito mío sentir y saber que por nada del mundo, y menos por mí, quisiera veros llorar, que ni un solo segundo de vuestras vidas deseo ser otra cosa que ese hombro eterno donde descansar y ese lugar perpetuo a donde resguardaros cuando las cosas no vayan todo lo bien que debieran.
¿Sabéis ? Yo no os considero hijos de la vida, sino míos, pero le pertenecéis a ella, no a mí, aunque eso no es algo que me haga sentir mal, al contrario, no hay nada mejor que querer mucho a alguien y convertir tu vida en una búsqueda constante de sonrisas y de momentos felices para compartirlos juntos.
Quiero que sepáis que míos son todos vuestros retos hasta que los alcanzáis, luego, nada tengo en ellos, solamente la alegría de que los hayáis conseguido, mías vuestras lágrimas hasta quedar enjugadas, alejándome cuando os vea sonreír, y míos vuestros deseos mientras lucháis por lograrlos, una vez atrapados mi misión es esperar proyectos nuevos y estar a vuestro lado para ayudar a alcanzarlos.
Porque no hay mayor satisfacción, que ver como poco a poco levantáis el vuelo, aunque yo desde el suelo os tenga que decir adiós.
Me esmeré en haceros libres, coherentes, consecuentes y responsables, y así os quiero, aunque si no lo fuérais os querría igualmente, porque esa es la grandeza de ser madre.