
La casualidad
La casualidad fue la culpable, la provocadora, la que les hizo tropezar y encontrarse, mirarse a los ojos y perderse en ellos; ella los situó justo allí, despertando sus ganas y su complicidad.
Poco a poco, minuto a minuto y a golpe de palabras se convirtieron en confidentes, fueron muchas tardes y muchas mañanas riendo, bromeando, relatando, conociéndose; el tiempo siempre era poco, querían más, sus risas, sus ganas y sus sentimientos a flor de piel se iban mezclando y atrapándolos de forma que sus corazones se comenzaban a enganchar peligrosamente en ese entramado de sensaciones cargadas de pasión que se adueñaban un poco más cada vez, inundando sus días y haciéndolos vulnerables, a la vez que les impedía ver la realidad, una realidad cruda en la que a penas querían pensar.
La casualidad los arrastró a encontrarse, los encuentros se volvieron necesidad y la necesidad se transformó en amor, un amor incomprensible pero de verdad y sobre todo duradero en el tiempo, y a pesar de él.
Pero hoy las mañanas se tiñeron de gris, el color de la ausencia, y en las tardes se hizo el silencio, allí, sus sillas vacías hablan de soledad, porque la necesidad acalló su voces y la pasión se quedó dormida.
Ellos saben que se amarán siempre y que se recordarán eternamente, pero eligieron otro camino, y eso no fue casualidad.
Excelente texto, esas casualidades nos enseñan que a veces la vida pasa a nuestro lado y no nos damos cuenta. Cariños
Muchas gracias por comentar, un abrazo.
Ese final me ha matado, queda perfecto.
Me encanta que te gustara, muchas gracias. Besitos.
Muy bonita entrada, yo también soy de las que cree en las casualidades y el destino. Yo también escribo un blog de reflexiones, me encantaría que te pasaras a visitarlo.
http://mimundoymisideas.blogspot.com.es/
Un saludo
Neus