
Juan Diego
Juan Diego.
Has dejado tu piel en el asfalto entre barrotes de hierro y sangre, haciendo una de las cosas que más te gustaban.
Una tarde feliz, se convirtió en una desgracia, arrancándote la voz y dejando para siempre tu recuerdo.
Mucha es la gente que te llora por ser inexplicable tu partida, porque aún tenías mucho que hacer y que vivir.
Una vez más la muerte golpea por la espalda sin avisar y a traición, obligándonos a tragar saliva, y a aceptar que hay un nuevo hueco vacío a nuestro alrededor.
Lo cierto, es que tu marcha, esa que encontraste en una carretera gris y fría, nos ha recordado las pocas cosas que realmente son importantes, y cuanto de absurdo tiene preocuparnos, pelear o discutir por tonterías, ya que todo tiene remedio menos perder la vida.
Ha sido muy triste decirte adiós.
Descansa en paz Juan Diego.