
Me cuesta trabajo entender
Me cuesta trabajo entender a quien no le puede apetecer reunirse con su gente, brindar por mil deseos, reírse alrededor de una mesa acompañado de amigos, y soñar que los Reyes Magos vendrán el día seis cargados de regalos.
Me cuesta entender que tiene de malo salir a la calle, escuchar a los niños tararear algún villancico, uno de esos que todos cantamos alguna vez, e incluso sentirnos alegres e ilusionados cuando las luces lo iluminan todo, y el duende de la Navidad se entremezcla entre nosotros durante algunos días.
Comidas, cenas, brindis, regalos, sonrisas, encuentros, reencuentros, ilusión, canciones, vacaciones, saludos y despedidas, todo esto es la Navidad.
Me pregunto por qué hay gente que se empeña en hacerla desaparecer, y en cambio abre los brazos con tanta facilidad a todo lo que nos llega de fuera, costumbres respetables algunas, pero no son nuestras.
Me cuesta mucho entender cuales pueden ser las razones que arrastran a las personas a apostatar de sus tradiciones, esas con las que crecieron, pero que hoy desprecian.
Es muy triste pero necesario, pedir al menos respeto por lo que fuimos y por lo que somos, pero hay que hacerlo, porque de no ser así llegará un día en el que no seamos nada, o lo que es peor, en el que no sepamos que somos ni lo que fuimos.