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El atardecer

El atardecer

Por el 9 de febrero de 2016 en Apuntes con No comentarios

El atardecer le empujaba a darse prisa, quería llegar antes de que el reloj le jugara una mala pasada, por eso no lo dudó ni siquiera un minuto, y atrevido y presuroso se encaramó en lo más alto, allí donde reinaba solo el silencio.

El sol empezaba a ocultarse tras la montaña, y de manera despiadada el atardecer comenzaba a cubrir el valle, los pájaros comenzaban a sobre volar la zona, le parecía tenerlos demasiado cerca, mientras, sus sonidos le transportaban a algún lugar desconocido. Nunca había visto tantas aves cruzando el cielo, dos de ellas planeaban demasiado cerca de su cabeza con sus alas extendidas al viento. Era mágico verlas suspendidas en el aire como si se trataran de marionetas colgadas por hilos invisibles.

Mirando al cielo se le antojó que ser cualquiera de esos pájaros, aunque solo fuera unos minutos, debería de ser algo increíble.

En unos minutos ella notó su presencia, no hizo falta decir nada, ningún gesto, ninguna voz, lo sintió, se sintieron sin ni siquiera saber que estaban allí, como si de un soplo de aire fresco se tratara, una brisa insolente que les rozó casi imperceptiblemente hasta que se encontraron sus miradas. Después de unos minutos, pasearían su felicidad de la mano entre las sombras y el silencio.

Sobraban las palabras, bastaban con sus besos, no fueron necesarias promesas, todas estaban dichas.  ¡Qué más promesas que haber llegado hasta allí!

Sin preguntas ni respuestas, cualquier rincón valía para que las alas del amor los envolvieran, queriendo lograr parar el tiempo y hacer eterno ese atardecer; pero nada es para siempre porque todo se escapa como agua entre los dedos, así el ocaso se hizo noche y con ella llegó el adiós, ese truhán mal nacido que en ocasiones arrastra aromas de jazmín y rosas, y otras en cambio deja señales que duelen, como aguijones clavados en la piel.

La dejó ir y perderse en la boca oscura del camino, en el que nada se oía salvo la voz callada de la noche con sus mil sonidos y sus palabras mudas, así perdieron sus ojos su imagen y sus labios su piel, así su alma se quedó solo con su recuerdo.

 

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