
Cuando la vida sacude
Cuando la vida sacude, a menudo lo hace con fuerza, dejándonos atónitos, llevándose tras de sí todos aquellos sueños que nunca se harán realidad, y robándonos, los pocos que sí se hicieron.
Si esto ocurre nuestra mente se bloquea, pudiendo llegar a sentirnos tan perdidos, que nuestra capacidad de reacción puede dejar de existir y el control sobre nuestras emociones brillar por su ausencia.
A veces, la vida sacude tan inesperadamente que podemos notar como un sabor agrio sube por nuestra garganta, dejándonos durante un tiempo ese gustillo desagradable que nos será difícil de olvidar, una sapidez que nace de un corazón que duele y de un alma que llora.
Porque cuando la vida nos zarandea, y lo hace a veces, tememos salirnos del camino que creíamos el nuestro, inquietándonos sobremanera perder el equilibrio y encontrarnos perdidos y en soledad.
Cuando esto ocurre no queda otra que encajar los golpes, e intentar recomenzar de nuevo, confiando, que a veces las sacudidas arrastran tras de sí momentos, sentimientos y lágrimas que es mejor olvidar.