
Una nueva jornada
Una nueva jornada.
Con la luz tenue del amanecer comienza a despertar el día, la oscuridad de la noche se va volviendo un tanto gris, y sin prisa pero sin pausa una gran sombra rojiza se incorpora tras el lejano horizonte, y así, mi alrededor comienza a tomar color.
Muy sutilmente, como pidiendo permiso la naturaleza empieza a desperezarse, los pajarillos madrugadores canturrean afanándose en revolotear entre árbol y árbol, unos perros ladran no muy lejos de aquí, aunque no parecen enfadados, quizá solo se están dando los buenos días, y los árboles, esos grandullones volverán a ser un día más los testigos mudos de una nueva jornada.
Rompiendo esta magia, oigo las notas discordantes que producen el sonido de los motores, esas que indican que despierta un nuevo día, nuevo para todos, pero seguramente muy diferente para cada uno.
De nuevo el silencio lo llena todo, y me animo a sentarme y contemplar a mi alrededor.
Es demasiado temprano para pensar, así que distraída me dejo llevar y ahí están ellos, esos observadores felices que viven en mi casa, a los que solo se les entiende un poco, si convives con ellos a diario. Mis gatos.
Expectantes, como cada mañana, escudriñan a su alrededor como si fuera la primera vez que salen al jardín; cualquier sonido o movimiento es analizado, y yo me dejo llevar, intentando descubrir eso que tan interesante les parece, pero lo cierto es que mis limitados sentidos, me dejan ver poca cosa.
Son animales tan especiales, tan independientes y tan instintivos que nunca dejan de sorprenderme; parece increíble que en unas cabezas tan pequeñas quepa tanto saber de la vida, de sus vidas y de sus posibilidades.
Después de unos minutos observando, me he dado cuenta una vez más de lo fascinante que puede ser la naturaleza, solo es cuestión de dedicarle un poco de tiempo para poder curiosearla.
Una nuevo amanecer cargado de vida nos trae una jornada nueva para vivir.
¡Feliz día!