
Un cáncer de mama
Un cáncer de mama sería hoy su descubrimiento, sus dedos ágiles, inesperadamente y de forma desprevenida se deslizaron rápido por su piel; no tuvo tiempo, y en unos segundos sintió la llamada de atención que las yemas de sus dedos índice y corazón mandaron a su cerebro.
Sus ojos se fijaron sin parpadear en algún punto del espejo, su brazo se negó a cambiar de posición, y su mano se separó bruscamente de su pecho para unos segundos más tarde, después de retomar una bocanada de aire, consciente y valiente volver de nuevo a ese lugar maldito en el que había descubierto lo que nunca hubiera querido encontrar.
Esta vez se reconoció despacio toda la zona, con decisión y con el pánico irradiándose por cada poro de su pie, su vista se nubló y su imagen pasó a ser una mancha borrosa porque sus ojos inundados de horror eran incapaces de proyectar su rostro.
Nunca supo cuanto tiempo permaneció ante ese espejo, pero lo que si sabe, es que el semblante del antes de, nunca volvió a verlo.
Sintió que el tiempo se paraba, creyó ver que la luz de la mañana se apagó y que su vida con todas sus miserias y todas sus alegrías dejaban de tener sentido en ese instante, de pie ante aquel espejo.
A duras penas logró moverse, ordenar ideas y tomar la única decisión posible, plantarle cara a la vida, pelear contra ese cáncer de mama, y hacer lo imposible por ganarle la partida.
A partir de ahí Dios, el Dios de cada uno, tiene la última palabra.
Un bonito homenaje a todas las mujeres que han pasado por esa dura experiencia, Pilar. Debe ser terrible, pero hay que tener esperanza porque las cifras de curación completa son cada vez más alentadoras :)
¡Un beso!
Ojalá la curación llegue para todas, porque esta enfermedad es una espada que todas llevamos sobre nuestras cabezas. Un besote y gracias por pasar por aquí.
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