
Robos a ancianos
Todos oímos a menudo historias sobre robos a ancianos, ya sean a domicilio como en la calle, porque son ellos las víctimas preferidas de los ladrones.
A menudo hablamos y comentamos casos en los que sinvergüenzas se acercan a hurtadillas, y roban mediante el engaño a gente muy mayor de la que se aprovechan por su alto grado de limitaciones físicas y el exceso de ingenuidad, personas confiadas que dejaron los malos pensamientos colgados en algún rincón olvidado de sus memorias, protegidos hoy en día por la seguridad de sus hogares y olvidando que la vida aunque siempre fue difícil, ahora es un poco más.
Con ochenta y cinco años, limitado y con las neuronas lentas el anciano de mi historia se encontró justo en la puerta de su casa adulado por dos mujeres que lo toquetearon como quisieron y lo que a él de forma paternal le parecieron saludos amables, resultó ser un hurto en toda regla, llevado a cabo sin violencia, pero con habilidad, agilidad y gran argucia
¡Pobre! Días tuvieron que pasar para percatarse que anillos y cadena habían desaparecido de su cuerpo como por arte de magia; fue entonces cuando el temor de lo que podía haber pasado junto a la desilusión de que alguien pudiera hacerle a él tal cosa terminó derrumbándolo.
Se sentía extrañamente herido y ofendido en su amor propio porque nunca habría imaginado que nadie lo hubiera podido mirar con esas intenciones y haber usado con él, tan malas mañas.
Se sintió tan poca cosa y tan venido a menos, que una vez más sintió una punzada de añoranza en su alma, el dolor de sentirse viejo, de sentirse casi nada y de que esas mujeres se aprovecharan de ello.
Algo duele cuando te imaginas a ese anciano al que quieres, sonriente y amable entre las manos perspicaces de dos brujas astutas que se aprovechan de la inocencia que colma su mente.
Lejos quedaron su saber sobre la vida y sus experiencias, ahora en su día a día no hay lugar para las malas acciones, ni intenciones retorcidas, porque él en su andar diario solo intenta sobrevivir, siendo inimaginable en su cabeza acciones de este tipo.
Gente canalla y sin escrúpulos, ojalá la vida se lo haga pagar.