
Un alemán llamado Alzheimer
Un alemán llamado Alzheimer
Mil defectos, porque no es perfecta, ninguno lo somos; todos ellos, andan mezclados con su genio, su vitalidad y con todos esos recuerdos que se resisten a escapar, a la par que conviven con los olvidos traicioneros que emergen de los más profundo, cuando menos nos lo esperamos.
Sentimos que este presente ingrato nos la deja tal como fue siempre, casi nada nuevo nos descubre, aunque hay algo que aflora a menudo, y que nos lo pone muy difícil, sus ganas de seguir siendo la protagonista de su vida a pesar de los muchos tropezones, que el diario le va colocando por cualquier lugar que pasa.
Ella no sabe, cuántas veces nos preguntamos si ayudaría en algo que supiera la lucha encarnizada que lleva contra este alemán que es el Alzheimer, intentando ganarle la partida.
En ocasiones, algo en su interior le grita que sino se rinde el no la vencerá, cuando eso ocurre, nosotros no podemos hacer otra cosa que agazaparnos prudentes y esperar que pase la escaramuza.
Su memoria hace aguas, pero curiosamente, nos sorprende a menudo la claridad de su mente, aflorando lo mejor de ella y también lo menos bueno, en ese momento una retirada a tiempo es una victoria, por lo menos para mantener la paz por un tiempo.
Luego, cuando las aguas se calman llega la verdad más evidente y cruda, el alemán hace de las suyas, y en un segundo su mente habrá volado a otro lugar, y se retirará de la pelea como si nunca hubiera sucedido.
Entonces, ella se volverá a sentir segura de si misma, sin miedos, porque todo lo dicho, lo respondido, lo razonado, todo, se habrá borrado como por arte de magia, quedando la mayoría de las veces, un solo segundo del presente.
Este alemán llamado Alzheimer es el culpable de todo, aunque hay que reconocerle que está sacando de nosotros esa paciencia que nunca creímos tener, regalándonos momentos en los que podemos sentirnos cómplices con ella y disfrutar del instante.