
El Caminito del Rey
El Caminito del Rey. ¿ Os acordáis de mi entrada en la que os contaba cuando y cómo lo conocí? Pues he vuelto a visitarlo, y sencillamente me encantó.
Es verdad, que la emoción de peligro que tenía el antiguo caminito ya no existe, pero lo cierto, es que pienso que tampoco es necesario, porque la magia de mezclar la mano del hombre y su esfuerzo, con la fuerza de la naturaleza, esa que con el paso del tiempo logró romper la montaña en dos y conseguir mostrarnos ese maravilloso paisaje, es suficiente.
Como yo recordaba, el color verde del río en todas sus tonalidades, la paz de su entorno, el sonido del agua transparente y en libertad, los recuerdos y la compañía de algunas de las personas que mas quiero, fueron suficientes para pasar un día feliz y divertido.
Al llegar al puente colgante, y mirar hacia abajo, fue genial poder revivir, in situ, nuestras aventuras cuando cada año subíamos al caminito los tres hermanos, con la misma tranquilidad y determinación que si fuéramos a comprar pipas.
Era una época bien distinta, en la que está claro que los miedos eran otros.
Por unos minutos, nuestra imaginación pudo secar un cacho del Desfiladero de los Gaitanes, e imaginar la tienda de campaña de una familia de ciudad, tratando de vivir unos días codo con codo con la naturaleza.
Unos niños pequeños que disfrutaban y una adolescente que veía todo aquello con unos ojos muy diferentes a como hoy lo ve.
El entorno, cambió tanto como nosotros, pero mientras el mapa de nuestra memoria siga ahí, El Chorro y el Caminito del Rey, serán siempre un referentes de esa etapa de nuestras vidas que tiene toda la magia de lo que nunca volverá.