
Morder a la vida
Mirarte es aprender una lección, una lección de vida y entereza, porque tu corazón encogido se hace grande, tus lágrimas solo vierten hacia adentro y tu sonrisa ilumina tu alrededor, y de esa forma, precisamente mirándote podemos olvidar por unos segundos la batalla que libras a diario, una lucha encarnizada por seguir adelante, suavizar heridas y aliviar el dolor, aunque para ello tengas que morder a la vida.
¡Y eso haces, morder!
Muerdes a la tristeza con la fuerza del león herido, arrancándole trozos de ganas, de esas que casi no te quedan, pero tu sigues ahí arañando a los recuerdos, tragando saliva, enjugando lágrimas y tejiendo horas de besos y sonrisas que por nada del mundo quieres olvidar.
Eres valiente, si señora, valiente y fuerte porque en algún momento decidiste que aunque la vida te arrancó un trozo de corazón y te aplastó como a una hormiga, tu seguirás contemplando el mar, porque allí en el horizonte cuando el sol se ponga cada tarde estará su sonrisa.
Quizá el no pudo ganar su batalla, pero tú si ganarás la tuya aunque para ello tengas que morder a la vida, y conseguir así arañarle una pizca de esperanza.
Un preciso texto, Pilar, todo un canto a las personas valientes que luchan por la vida en los peores momentos. Me ha emocionado.
Un abrazo!!
Una vez mas mil gracias, un abrazo.